Pedir perdón, ese arte

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«El debate con una mujer es complicado. Si demuestras superioridad intelectual o la acorralas, se puede considerar machista».

Y a partir de aquí se acabó la campaña electoral de baja intensidad que había planteado el PP. Si la analizamos hasta ese momento parecía que los menos interesados en hacer campaña eran los del propio partido. El candidato se nombró tarde, se planteó corriendo, se cerraron fechas a la carrera y francamente la primera semana de campaña para las elecciones al parlamento europeo fue informatívamente un coñazo. Una campaña que pasaba desapercibida en unas elecciones en las que se esperan cifras de abstención récord.

Pero llegó el viernes después de un debate entre candidatos que apenas hizo un 4% de share. Llegó el viernes y el candidato Cañete soltó la bomba en Espejo Público. Que quieren que les diga, cada vez que pasa algo así me da por pensar en los directores de campaña y jefes de prensa. Me imagino la cara de estos buenos señores clamando al cielo y preguntando; “pero, ¿por qué? ¿Por qué? ¿Por qué te sales del guión?. Y al mismo tiempo también veo los rostros de sus homólogos de Ferraz con el mismo gesto pero diciendo; «Gracias, gracias, gracias».

Más allá de los dolores de cabeza que le ocasionarían las palabras al jefe de comunicación de campaña, lo que está claro es que Miguel Arias Cañete metió la pata y las disculpas se hacían necesarias. Los casos en que un personaje público se ve abocado a pedir perdón son muchos.

El último hace apenar una semana. Dos concejalas del PSOE después del asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, escribían estos desafortunados tuits: concejala PSOE Tuvieron que pedir perdón y dimitir.

No hace mucho, la presidenta del PP madrileño, Esperanza Aguirre, tuvo un altercado con varios policías de movilidad de Madrid. Pidió perdón pero lo hizo tarde y mal.

Este es el problema básico al que se enfrentan los cargos públicos a la hora de pedir perdón. Disculparse en demasiadas ocasiones es necesario pero también tiene su arte, si se hace mal y a destiempo no valdrá para nada porque el personal no se lo creerá como le ha pasado a Miguel Arias Cañete. Reglas para pedir y que todo el mundo se lo crea:

  • Si has metido la pata, cuanto antes te disculpes mejor. Este es uno de los errores que ha cometido el PP. Al día siguiente, todos daban la callada por respuesta incluido el propio Cañete. Con el paso de los días la bola se fue haciendo más grande y sobre todo ofreciendo un motivo al PSOE para destacar en una campaña que también había pasado desapercibida. Fue 6 días después cuando en una entrevista en la COPE, el candidato popular pedía disculpas.

Elena Valencaino tuit

  • No andarse con rodeos, las disculpas deben ser claras, directas y si puede ser personalizadas.
  • El agravio se debe solucionar con la persona agraviada. Las generalizaciones no son buenas. En el caso de Cañete, muchas mujeres se podían sentir agraviadas por sus palabras, eso está claro, pero la directamente implicada fue Elena Valenciano. Las disculpas deberían haber sido directamente para ella.

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=MCc_xsBYoLc]

  • No utilizar frases hechas o excesivamente elaboradas. Las disculpas tienen que parecer igual de espontaneas que las meteduras de pata.
  • No buscar excusas. Por mucho que la campaña electoral sea cansada, también lo es para el adversario y no comete errores. Cañete no puede excusar sus palabras en el cansancio porque nadie le va a creer.
  • No hagas todo lo contrario al motivo del error porque puedes caer en el ridículo. Cañete hizo una afirmación machista y en el siguiente acto de campaña se dedico a ensalzar las bondades de todas las mujeres del PP que pasaban por allí. Una cosa no va a hacer olvidar la otra, más bien al contrario, el personal pensará: «ahora este dice esto porque antes dijo lo otro».
  • Las disculpas deben tener un tono que las haga sinceras. No sólo verbalmente, corporalmente también se debe adoptar un tono de perdón.

Y para acabar nos quedamos con las disculpas más famosas de España. Está más que claro que estaban preparadas al milímetro pero será porque era la primera vez que veíamos a un rey de España pedir perdón o por que realmente se le veía afectado, nos las creímos. [youtube http://www.youtube.com/watch?v=FTn_o61srZE]

Sacar partido de un error o acabar hundido

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Ya debían hacerlo con el nacimiento de los medios de comunicación de masas pero ahora con las redes sociales, “los famosos” deben vigilar más que nunca sus comportamientos y apariciones no programadas. Un mal paso y puede cambiar la imagen que la sociedad tiene de ti, un mal paso y quedarás expuesto para siempre.

Eso le ocurrió a Esperanza Aguirre el pasado jueves. La lideresa de los populares madrileños dejó su coche en el carril bus de la Gran Vía de Madrid para bajar a sacar dinero de un cajero. Es un comportamiento poco cívico que se suele repetir todos los días en las calles de cualquier ciudad de España pero si para un desconocido el acto está mal, para un político que debe dar ejemplo de comportamiento en su vida pública y privada, aún está peor.

Como a estas alturas todo el mundo sabe, unos agentes de movilidad multaron a Aguirre merecidamente y esta nerviosa y con ganas de acabar arrancó el coche, tiró una moto de los agentes al suelo y se fue a casa. Multa y fuga en un misma tarde. Los policías la siguieron hasta casa, y después hicieron un parte con todo lo que había sucedió, un parte que puede costarle a Aguirre un juicio y una multa superior por desobediencia a la autoridad.

Los jefes de prensa no pueden acompañarte a sacar dinero, no pueden estar pegados a ti las 24 horas del día, llega un momento en que los personajes públicos deben usar el sentido común. Ante una situación de estas características, Aguirre tenía dos opciones;

1- La Mala. La que utilizó. Además de la multa, comportamiento altivo en plan “como soy famosa me estáis multando y así lo podréis contar a los amiguetes”. Resumido en sus propias palabras “multita o bronquita”.

Consecuencias de este comportamiento. Escándalo mayúsculo en los medios de comunicación, las redes sociales y chiste nacional durante varios días.

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[youtube http://www.youtube.com/watch?v=HKZ02YzeaCo]

2- La buena. La multa no se la va a quitar nadie porque ha cometido una infracción. Aguanta con una sonrisa la situación e intenta sacarle partido. Estate con los agentes el tiempo que haga falta, coge la multa te haces una foto con ella y la subes a la red: “La ley es igual para todos, he dejado el coche en la Gran Vía para sacar dinero y los agentes haciendo perfectamente su trabajo me han multado. Ahora sólo toca pagar. El estado de derecho funciona”.

Así, no se puede asegurar que alguien no le sacará punta a la situación de Esperanza Aguirre multada pero desde el principio hubiera tomado la iniciativa de la situación, hubiera controlado mejor las consecuencias y el tema posiblemente se hubiera finiquitado en un par de horas.

Además con ese carácter extrovertido y populista que solía demostrar Aguirre en actos controlados no le hubiera costado mucho ganarse a los policías y la opinión pública.

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=JDI3BXkadYs]

Esperanza on-fire

La situación de una política dándose a la fuga después de ser multada es lamentable pero si hay algo peor comunicativamente hablando es intentar justificar tu comportamiento desviando la culpa con descalificaciones hacía la policía en una turné de apariciones públicas en todos los medios que deberían estar totalmente controladas por ella y por su gente de prensa.

Volvamos a las dos opciones.

1-La buena. Nos han multado, nos hemos echado a la fuga, sólo nos queda pedir perdón.

2-La Mala. Seguir dándole vueltas al tema, sin asumir culpas y además hacer declaraciones del tipo de: “No les debía preocupar la fluidez del tráfico”, “La moto estaba muy mal aparcada”, “Hay mucho machismo”, “Los agentes de movilidad eran bastante machistas”, “Oigo que les llaman los agentes de inmovilidad”, “La cara del agente cuando vio quien era yo no se la puede usted imaginar, la cara de quién se frota las manos”.

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Esta reacción aún empeora nuestra imagen pública porque ofrecemos la sensación de no aceptar la realidad justo porque somos un personaje público al que no le deberían pasar estas cosas.

Este error de comunicación derivado de un mal comportamiento cívico ha entrado a formar parte del currículo como personaje público de Esperanza Aguirre. Un anécdota que llega para quedarse y que será prácticamente imposible hacerla olvidar por mucho trabajo de gabinete de prensa que se realice.